Residencia Artistica | XIII Edición | Salomón Sayago (Salsay)
El artista costarricense Salsay llegó a la 13.ª Residencia Artística del Hotel Belmar, donde transformó su encuentro con el bosque nuboso de Monteverde en una serie vibrante de pinturas y esculturas. Inspirado por la intensidad del entorno, la vida silvestre y las conversaciones cotidianas con el equipo del hotel, exploró nuevos medios como la arcilla y creó piezas llenas de color, movimiento y simbolismo natural. Su obra final refleja una profunda conexión con la naturaleza y un estilo expresivo que evoluciona al ritmo de su propia historia.

Al Ritmo de Salsay: Un Artista Emergente en Movimiento
Intenso, observador y lleno de una energía juvenil inagotable, el artista costarricense Salomón Sayago Mejía llegó a la 13.ª Residencia Artística del Hotel Belmar con un nombre que ya cargaba una narrativa silenciosa. “Salomón”, elegido por sus padres como un homenaje a la sabiduría, tuvo distintos significados a lo largo de su vida. De niño, cuando le decían “salmon”, descubrió que los nombres pueden herir antes de orientar. Con el tiempo, creció en su fuerza, percibiendo en él una dirección tranquila y el eco sutil de la naturaleza. Sabiduría y vida silvestre, en danza no escrita, se convertirían en la base de su obra.
Su nombre artístico, Salsay, es una recuperación personal. Una mezcla directa de su nombre y apellido, vibrante y rítmica, que evoca el movimiento de la música que suena en su propio nombre. Es un reflejo fiel de su naturaleza: intuitiva, vivaz e instintivamente en movimiento.
Desde los primeros garabatos hasta sus experimentos en diseño y moda urbana, el estilo de Sayago maduró a partir de pequeños encuentros formativos. En undécimo año colaboró con un emprendedor en el mundo del diseño de camisetas, creando un personaje alegre y de estilo desenfadado. Ver a desconocidos usando su diseño en La Calle de la Amargura, icónica zona estudiantil costarricense, fue electrizante: su primer vistazo al poder del arte para viajar más allá de su creador.
La universidad le dio más estructura. Proyectos para festivales afinaron su manejo de la línea y el color. Sus ilustraciones, fluidas y vibrantes, llamaban la atención por su capacidad de contener colores que parecían listos para desbordarse. Su obra se movía con el mismo ritmo que su nombre.
Luego, la vida lo llevó lejos de casa: a Gatton, un pueblo rural en Australia, donde estudió ciencias agrícolas. Más tarde, en Perth, cuidó su primer jardín. En ese trabajo silencioso encontró la libertad de guiar la vida. Ahí reapareció la flor de la pasión, y comenzó a dibujar figuras desnudas entrelazadas con sus enredaderas, recordando las pasifloras que su abuelo pintaba en sus naturalezas muertas.
La Residencia Belmar
Al llegar a Monteverde, Salsay imaginaba un ritmo pausado, una oportunidad para suavizar la paleta y explorar tonos terrosos. Pero el bosque nuboso lo recibió con intensidad. En su primera noche, una boa se cruzó en su camino, elevándose en un arco solemne: un gesto que sintió como bienvenida y advertencia a la vez. Poco después, un frente frío trajo lluvia y neblina densa. La combinación de clima y soledad despertó una inquietud creativa que pronto se convirtió en bloqueo.
Con el tiempo, volvió al color con urgencia. Pigmentos acrílicos brillantes se convirtieron en su ancla. Las conversaciones diarias con el equipo del Hotel Belmar dieron calidez y ritmo, ayudando a que la obra fluyera nuevamente.
Monteverde lo retó a explorar más allá del paisaje. Se acercó a la arcilla, un material que apenas había tocado. Este nuevo camino fue posible gracias al generoso apoyo de la artista local Janelle Wilkins, quien compartió tanto su conocimiento como su horno de cerámica. En este medio escultórico descubrió una salida inesperada, llena de nuevas dimensiones y peso. La danza de su obra se expandió con texturas y formas renovadas.
Por principio, Salsay no pinta ni esculpe animales que no ha encontrado en persona. Necesita presencia e interacción. Esa conexión se evidencia en los rasgos sutilmente humanos de sus criaturas y en la aparición ocasional de formas quiméricas moldeadas por memoria e instinto.
Salsay deja una colección de pinturas y esculturas. Entre ellas hay maes con alas de mariposa, monos, sapos, pizotes y un inventado “Monstruo del Mes”, que él imagina viviendo todavía en la laguna del Belmar (donde se lanzó a un valiente —y helado— chapuzón). La boa de su primera noche inspiró la pieza más impactante: una columna articulada de vértebras de arcilla que se elevan como si estuvieran listas para saltar hacia el infinito.
Con color, postura y un juego sutil, sus figuras llaman la atención.
Y a veces, al ritmo de Salsay, bailan.
Declaración del Artista
“Estoy muy agradecido por haber participado en una residencia tan única. La intensidad natural de Monteverde me llevó de vuelta a los diversos paisajes que han marcado mi vida, desde las selvas de Costa Rica hasta los viveros de pastos marinos en Australia. Esas experiencias siguen alimentando mi arte. Me ofrecen una sensación de libertad, similar a la que descubrí cuidando mi propio jardín.
Mi agradecimiento al equipo del Hotel Belmar por su generosidad, hospitalidad y cuidado. Desde los guías de inmersión en el bosque hasta el increíble personal en sitio, su calidez hizo de este tiempo algo verdaderamente especial. Gracias por las historias, las conversaciones y el espacio para crear.”

Biografía del Artista
Salomón Sayago, conocido artísticamente como Salsay, es un artista costarricense emergente cuyo trabajo conecta la naturaleza con un lenguaje visual íntimo y expresivo. Actualmente en sus veintitantos, su obra se caracteriza por líneas fluidas, contornos audaces y paletas vibrantes que evocan movimiento y ritmo.
Su camino creativo inició en el diseño gráfico y el merchandising para festivales musicales, donde la estética rápida y fuerte definió su lenguaje visual inicial. Esas experiencias dieron forma a un estilo juguetón, curioso y energético que continúa evolucionando.
Sus estudios formales en ciencias agrícolas en Australia ampliaron profundamente su vocabulario artístico. Paisajes, sistemas vegetales y la atención lenta que requiere cuidar seres vivos son temas que atraviesan sus pinturas.
Salsay firma cada pieza con su edad, no con el año de creación, convirtiendo cada obra en un marcador vital: un registro de quién es en ese preciso momento.
*maes: Jerga costarricense atemporal para referirse a “amigos” o “compas”.
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Para saber más sobre Salsay:
https://www.instagram.com/__salsay__/
Para conocer más sobre el programa de Residencias Artísticas de Hotel Belmar:
https://www.hotelbelmar.net/artist-residency

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