Artist Residency | XII Edition | Gloriana Ximendaz

La fotoperiodista costarricense Glorianna Ximendaz transformó su experiencia en una “Anti-Residencia”, marcada por un proceso personal de duelo y liberación tras confrontar un doloroso secreto familiar. Inspirada por el bosque nuboso de Monteverde, su trabajo no produjo obras convencionales, sino acciones performativas y gestos simbólicos que exploraron la memoria, la violencia heredada y la resiliencia femenina. Desde el encuentro con un alacrán hasta la quema ritual de recuerdos de un “héroe” abusador, Ximendaz convirtió el dolor en fuerza creativa y catártica.

September 11, 2025

Slash and Burn | La Anti-Residencia de Glorianna Ximendaz

Con elocuencia y una intensidad serena, Glorianna Ximendaz describe su participación en la 12.ª Residencia de Artistas del Hotel Belmar como una “Anti-Residencia”. Invitada en respuesta a su serie fotográfica profundamente personal e innovadora Origen, Ximendaz llegó cargando con un material emocional intenso, una erupción creativa detonada por la desgarradora revelación de que un familiar venerado, un arquetipo de “héroe”, había cometido abusos indescriptibles. Esta revelación marcó un doloroso eslabón en una cadena generacional de sufrimiento soportado por las mujeres de su linaje materno a manos de figuras masculinas poderosas.

El famoso bosque nuboso de Monteverde, vasto pero delicadamente frágil, se convirtió en un espejo de su agitación interna. Ximendaz reimaginó el icónico dosel de neblina como una almohada infinita, un suave sudario que absorbía y amortiguaba sus gritos silenciosos. Eran los suyos, pero se entrelazaban con los de incontables otras personas que enfrentaban patrones corrosivos de abuso y silencio. Fue en ese momento que la artista tomó una decisión consciente: su residencia no dejaría atrás obras convencionales. En cambio, tomaría forma a través de actos performativos y encuentros profundamente personales que lidiaban con la contradicción e iluminaban la interseccionalidad.

En este contexto, la hospitalidad emergió como un conducto inesperado y profundamente sanador. Dentro de su coreografía atenta—sonrisas del personal, comodidades cuidadosamente dispuestas, espacios tranquilos para la reflexión—Ximendaz encontró sustento y contención durante su desafiante liberación artística. Buscando lo que yacía debajo de la hospitalidad superficial, indagó más profundo, preguntando a quienes la atendían sobre sus propias relaciones con el entorno natural de Monteverde. A través de estos intercambios, el personal del hotel se convirtió en sus protectores, ángeles guardianes que la acompañaron en un viaje emocionalmente transformador.

Su residencia abrió con un encuentro desconcertante: un alacrán inesperado, un gatillo agudo de la memoria infantil. Recordaba al “Héroe”, quien en una ocasión había sido picado por un gran alacrán y lo había minimizado con un encogimiento de hombros, declarando: “No fue nada”. Había conservado la criatura en un frasco de vidrio, convirtiendo el momento en símbolo de una supuesta invencibilidad y control.

Esta vez, Ximendaz abrazó una interpretación distinta, invocando la imagen mítica de un escorpión que, rodeado por llamas, se pica a sí mismo en un último acto de resistencia. Para ella, el escorpión ya no encarnaba la dominación, sino el feroz instinto de supervivencia de las mujeres de su familia y su capacidad para resistir, proteger y desafiar.

Transformando el dolor en fuerza, realizó un gesto visceral: clavó una fotografía icónica del “Héroe” en un árbol del bosque y escupió sobre ella—primitivo, poderoso y universalmente comprensible. Este acto crudo abrió el camino hacia una exploración artística más profunda.

De esa rebeldía emergió una performance mayor, enraizada en el dolor, el conflicto y la urgente necesidad de liberación. La hoguera se convirtió en su escenario, donde la destrucción se transformó en ritual. Alimentándola con recuerdos de la vida del “Héroe”, convirtió la angustia privada en un gesto público, una obra forjada en llamas que enfrentaba la memoria mientras ardía en su dominio. Cuando las últimas fotografías y objetos se consumieron, la imagen final se desintegró en cenizas. En ese preciso momento, una cadena de mensajes familiares hizo que su teléfono vibrara en ráfagas entrecortadas—una puntuación involuntaria de cierre.

El día de su partida de Monteverde, Ximendaz capturó lo que podría leerse como el epílogo de su “Anti-Residencia”: una fotografía de su hija de cuatro años abrazando a una cabrita juguetona que se había acercado a ella. Era una imagen fugaz de inocencia, confianza y alegría serena. La ternura de ese momento contrastaba radicalmente con los pesados temas que Ximendaz acababa de confrontar y transformar. Donde reina el silencio, debe alzarse una voz. Donde arde la rabia, sigue la liberación. Y en la distancia, la neblina de Monteverde aún permanecía—quizás ya no como una almohada que sofoca los gritos, sino como un lugar donde el alma puede descansar.

Reflexiones de la Artista


“Estoy profundamente agradecida por esta oportunidad inesperada. Me colocó en un estado mental que me impulsó a reconsiderar la hospitalidad no como privilegio, sino como un camino transformador hacia la sanación. Como fotoperiodista, estoy acostumbrada a enmarcar historias para otros, pero en el estudio de vista abierta del Hotel Belmar la dinámica cambió: mientras me sumergía en el duelo, me convertí en la observada. Una pareja fue testigo de mi vulnerabilidad desde afuera, y en su mirada entendí que el trauma no puede descansar hasta que primero es expuesto. Fue un momento tan fugaz y elemental como la neblina del bosque—un encuentro que solo pudo haber sucedido aquí.

Ese instante de exposición abrió un reconocimiento más profundo: si regresamos a lo más primitivo, el trauma deja de ser herida y se convierte en un camino hacia la resiliencia. El bosque reverdece tras la pérdida, y nosotros también. Mis ancestros soportaron dolor, y hoy soy yo quien renace—cortando, quemando y enterrando la tristeza para que se descomponga y dé lugar a algo nuevo.

En el bosque los veo a todos—mis abuelas, mi madre, mi hija. Su fuerza corre por mí como raíces a través de la tierra. El dolor no desaparece, pero sana, cerrando como cicatriz y dejándome más fuerte que antes.”

Biografía de la Artista


Glorianna Ximendaz es una narradora visual y artista radicada en Costa Rica. Trabaja principalmente con fotografía, aunque también explora el arte mixto y la imagen en movimiento. Su práctica se centra con frecuencia en la vida cotidiana, las relaciones humanas y la memoria, considerando cómo estos elementos moldean tanto al individuo como al contexto que lo rodea. A través de su obra, busca crear piezas que sean estéticamente impactantes y a la vez inviten a la reflexión, posicionando al arte mismo como una declaración política.

Para saber más sobre la artista, visite: ximendaz.com

Final exhibition with the comunity at the Chalet.

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